¿Se recomienda no salir solo a la calle cuando oscurece en Tegucigalpa? ¿Los robos son frecuentes en sus calles? ¿Asesinatos y secuestros ocupan las portadas de los periódicos día si, día también? ¿Encontrar personas con una o varias armas es casi más fácil que encontrarlas en el funeral de Charlton Heston? ... La respuesta a todas estas preguntas es "sí". ¿Yo siento peligro en mi día a día, o vivo con algún tipo de temor en esta ciudad? Pues... la verdad es que no.
Hoy quiero dedicar unas líneas a responder la pregunta que más veces me han formulado desde que llegué a Honduras. ¿Qué seguridad hay en el país? ¿Tienes miedo? ¿Es jodido vivir así? Antes de viajar, algunos expatriados me dijeron algo así como "Sí, hay clima de inseguridad, es complicado, pero te acostumbras". No conseguía entender cómo era posible acostumbrarse a algo así... pero ha resultado ser una gran verdad.
Recuerdo mi primer día en Tegucigalpa. Salí a mediodía de un sábado a recorrer el Bulevar Morazán, una de las calles más transitadas y repletas de tiendas en la ciudad. Estaba tan inquieto y perdido que creo que no me detuve ni un segundo hasta que pude meterme a un centro comercial. Caminaba a todo correr por la calle, no miraba a las personas que me cruzaba, no quería dar la impresión de ser extranjero, de no saber a dónde iba... Hoy lo recuerdo y sonrío. No había absolutamente ningún riesgo en caminar a esas horas por ese lugar, pero era tal la paranoia que tenía encima por lo que me habían contado...
Afortunadamente, esa paranoia no duró más que un par de días. Asumes sorprendentemente rápido y de la forma más natural que caminar solo por la noche es un riesgo, y asumes que si no tienes coche, no tienes más que llamar a uno de tus taxistas de confianza. Y asumes que existe la posibilidad real de que algún día se te plante un tipo frente a ti y te amenace para que le des lo que llevas encima. Sabes que bajo ningún concepto hay que resistirse ni hacerse el héroe, y que en cuanto le des tu dinero y el móvil, se marchará tan pronto como vino. Y eso es todo.
Pero lo que quiero subrayar es que, tomadas algunas precauciones básicas (no "exhibir" por la calle objetos que puedan ser reclamo para ladrones como el ordenador portatil, cámaras de fotos..., no hablar demasiado por el teléfono móvil mientras caminas, intentar evitar montar en autobuses urbanos atestados de gente o en taxis que no te den cierto nivel de confianza, nunca ir por la calle con demasiado dinero y usar -como yo- el móvil más barato por si algún día te lo roban...) la vida transcurre aquí con normalidad.
Las zonas por las que me muevo, evidentemente, no son los barrios marginales en los que se suelen registrar los tiroteos y las acciones más violentas, por lo que cuando leo esas noticias en el periódico, me da la impresión de que ocurren en un lugar, muy, muy lejano...
No es bueno vivir en una paranoia constante, y el miedo nunca debe limitar tu vida hasta tal punto que no te permita disfrutar de la experiencia de vivir en un país tan impresionante como éste. Eso sí, aunque vivo de forma mucho más relajada que aquellos dos primeros días en el país, sigo vigilante y atento a mi alrededor cuando camino. Ese clima de inseguridad existe, sí, pero como me dijeron, al final te acostumbras y convives con ello como con la polución, los ruidos o el tráfico.
Ah! Y, sobre todo, aprendes a valorar lo que tienes en casa y a añorar lo que se siente al otro lado del charco cuando sales a las 4 de la mañana de un bar y no hay problema alguno en volver a casa caminando... valoradlo como se merece, sí señor!!!
Deberían haberte publicado también esta reflexión junto al repor en elmundo.es. Luci
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